El nuevo complejo de la capital castellonense es el resultado de una compleja relación entre interior y exterior, de forma que el recorrido de ingreso, que tiene lugar bajo la proyección de una de las salas del auditorio, es un ejemplo destacado de esta dialéctica. Destaca en el conjunto la singular resolución de la platea de la sala principal, articulada en forma de dos sub-plateas que se organizan a partir de una línea oblicua que provoca la aparición de una línea de palcos directamente vinculados en un primer nivel con el área institucional. El hormigón blanco concede una absoluta unidad a la percepción del nuevo edificio y opera como mecanismo que facilita la iluminación natural de los espacios interiores.