La intervención en la sede de la Fundación es la negación de la arquitectura como algo inmóvil e inamovible sino que es entendida como un fenómeno claramente relacionado con la movilidad y la capacidad de transformación del espacio y de sus posibilidades de utilización. Tras una fachada conservada como simple telón escenográfico se instalan los mínimos elementos necesarios para garantizar aquella transformabilidad del espacio, entre los que sin duda destaca la batería de ascensores, que garantiza la movilidad en sentido vertical. De arriba hacia abajo, la Fundación alberga cuatro plantas diversas, caracterizadas por su distinta capacidad de transformación. El nivel superior funciona en algunos momentos como una sala de actividades musicales o escénicas, con un aforo de ciento sesenta localidades, pero también es lugar para poder realizar reuniones pequeñas o grandes, seminarios o discusiones, y quizá también talleres; las dos plantas inmediatamente inferiores son salas preparadas para el alojamiento de exposiciones o acciones. Por último, el cuarto espacio, situado al nivel de la calle, es el recipiente de actividades de mayor amplitud.